Por Nieves Viesca
MIGUEL HERNÁNDEZ,
El rayo que no cesa
El poeta Miguel Hernández REVIVIÓ este mes de julio en el Antiguo Instituto de Gijón, con el Homenaje-Recital que organizaron conjuntamente el Ateneo Jovellanos y La Fundación Municipal de Cultura, con motivo del centenario de su nacimiento.
El presidente José Luís Martínez presentó el acto, iniciándose con la intervención del concejal de Cultura Justo Vilabrille, quien ofreció una breve semblanza del autor de “Nanas de la cebolla… Como toro he nacido para el luto… Elegía… Sentado sobre los muertos…” duros poemas que fueron interpretados por Miguel Ángel Caballero, admirado y aplaudido rapsoda.
El cantautor Rafa Lorenzo, acompañado por el terciopelo de su guitarra, deleitó a los asistentes con el enjambre poético de la infancia de Miguel, la época de su vida “más fea por malponiente y maloliente” cómo él mismo diría. En el salón azul (sin una silla libre) los versos de LAS ABARCAS DESIERTAS se transformaron con la voz y la música de Rafa Lorenzo en cuerpo y alma de rayo, El rayo que no cesa.
LAS ABARCAS DESIERTAS
(Este poema, fue publicado por primera vez en el diario AYUDA, el 2 de enero de 1937)
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
(por) y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Con esta velada poético-musical el Ateneo Jovellanos cerraba el curso 2009-2010. Enhorabuena por la elección del acto